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18 mayo 2009

Damocles Benedetti Solidario

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Las crónicas y las valoraciones a raíz de la muerte de Mario Benedetti están olvidando dos aspectos importantes de su biografía.

El primero, que fue un formidable humorista. Entre 1956 y 1961, bajo el seudónimo Damocles, escribió en Marcha unas deliciosas crónicas costumbristas en las que satirizó sin piedad un montón de uruguayeces. Las mismas fueron recopiladas por Alfa en 1961, en un libro titulado Mejor es meneallo. Esta obra nunca figura en las reseñas de la bibliografía de Benedetti, lo cual es una enorme injusticia porque, además de estar muy bien escrita, es desopilante. Esas crónicas, a pesar de estar dedicadas a temas de aquellos años, mantienen una notable actualidad.

El segundo aspecto que cabe destacar es la humanidad de Mario. Solíamos cruzarnos en SEUSA (él trabajaba en La Mañana y yo en El Diario) y en Marcha. Lo recuerdo como un tipo con el que se podía discrepar sin perder la calma, ni la amabilidad, ni los afectos. Algo que hoy es de difícil ocurrencia.

Pero toda su grandeza humana pudo ser comprobada en el exilio. A partir de 1980, la justicia militar decretaba algunas libertades de presos políticos, pero la dictadura los mantenía confinados en San José y Yi, en calidad de “internados por medidas prontas de seguridad”. Según establece la Constitución (en estos casos los militares la mentaban), en esa situación el preso puede obtener la libertad si acepta irse del país. Pero muchos de esos detenidos no tenían la plata para el pasaje.

Los que estábamos exiliados en Barcelona, al enterarnos de estas situaciones, “mangueábamos” a quien se pudiera tratando de conseguir el dinero. Desde el Comité de Solidaridad con Uruguay llamamos varias veces a Mario, que entonces vivía en Palma de Mallorca, le planteábamos el problema y a las pocas horas teníamos un giro por una cantidad importante. Por esta vía, ayudó al menos a media docena de presos políticos a recuperar la libertad. Y en uno de esos casos mandó la plata para la totalidad del pasaje.

Como no todo lo que escribió Mario me gusta (aunque tiene cosas que me encantan) mi recuerdo y mi homenaje apuntan a su sencilla y discreta solidaridad. Porque me olvidaba: mandaba el dinero para los pasajes, pero con la condición de que no se hiciese público el origen de la donación.

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12 enero 2009

La Intendencia complica lo sencillo

22 comentarios

Anunciada primero para mayo de 2006, parece que ahora sí, en marzo de 2009, comenzará a usarse la tecnología de tarjetas en el transporte montevideano. Pocas veces algo tan simple y sencillo, usado en las principales ciudades del mundo, tendrá tantas complicaciones como en Montevideo.

O a la Intendencia le vendieron un tranvía, o atrás de este asunto hay un gran negociado. Porque algo tan complicado y absurdo como lo que se viene, existiendo soluciones bien sencillas, es incomprensible.

Las nuevas tarjetas serán personales, porque para obtenerlas hay que hacer todo un trámite y exhibir la cédula de identidad. Pero cualquiera podrá usarlas, porque se podrán prestar. Entonces, ¿por qué y para qué el papeleo y la personalización?

Para viajar se hará un contacto de la tarjeta en la máquina y así se expedirá el boleto. El guarda, o el conductor-cobrador, controlarán que el “difícil” procedimiento se haga correctamente.
En otras ciudades, desde hace décadas se usan unas tarjetas, de cartulina y con una banda magnética, que tienen un determinado precio y sirven para cierta cantidad de recorridos. El pasajero la pasa por una ranura y así se descuenta el precio del viaje. Para evitar “avivadas”, en algunos lugares se usa un molinete. Cuando la tarjeta se termina, se compra otra en cualquier quiosco y/o en boleterías de las empresas del transporte. Por supuesto, en los ómnibus no hay guardas. Y tampoco hay boletos.

Pero aquí seguiremos con guarda y con boletos, ahora más grandes e incómodos. Parecen pañuelos desechables enanos y tanto derroche de papel seguramente tiene un costo que paga el pasajero.

El salario del guarda significa casi el 30% del precio del viaje. Los cambios que se vienen hubiesen sido ideales para avanzar en la reconversión de los guardas en conductores, para que no haya pérdida de fuentes de trabajo y llegar rápidamente a un sistema más barato. Ahora, el guarda será imprescindible, o los conductores-cobradores tendrán también que controlar y manejar la máquina en lugar de dedicarse exclusivamente a su función específica.

Se dice que el sistema servirá para darle mayor velocidad al transporte. Falso. Con el tipo de máquinas que han colocado las empresas y las características del sistema, muchas veces se pierde más tiempo. Antes, en las paradas críticas, en las que sube mucha gente, el guarda se levantaba y se corría hacia atrás y el ascenso de los pasajeros era relativamente ágil. Hoy, como la máquina está al lado del conductor-cobrador o junto al asiento del guarda, la gente se amontona en un pequeño espacio, entre la calle y el aparato que expide los boletos. Y todavía hay que aguantar los gritos de “¡suban, suban!” del personal del vehículo, como si la materia fuese penetrable.

Otro absurdo es la decisión de que convivan las tarjetas y el dinero. No está mal para un período de transición. Pero a la larga, cuando la gente esté bien informada respecto al sistema y acostumbrada, ¿para qué mantener el uso de la plata? Atrás de esto seguramente está la resistencia sindical, porque los trabajadores aún no han comprendido que progresivamente se puede eliminar el guarda sin pérdida de fuentes de ocupación. Mientras tanto, seguiremos pagando, inútilmente, casi un tercio más de lo lógico la necesidad de usar el transporte urbano.

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23 diciembre 2008

Ojo colegas, que pasan elefantes rosados y no los ven

9 comentarios

El nivel del periodismo uruguayo puede calentarnos, hacernos llorar o sumirnos en la indiferencia, de puros aburridos ante tantas barbaridades que se ven, se oyen y se leen todos los días.

Yo, por suerte, sigo calentándome. Es una señal de que me mantengo vivo.

Vamos a ver: Tabaré Vázquez viaja a Arabia Saudita, país que es un desierto sobre un mar de petróleo. Desde siempre, los árabes están desesperados por el agua. Allá por 1979 o 1980, tuvieron una idea “genial”. Mandaron un montón de remolcadores a la Antártida, engancharon un enorme témpano y enfilaron hacia el mar Rojo. Calcularon que aunque se evaporara algo en el camino, igual llegarían con muchas toneladas de agua dulce. Pero cuando arribaron, se dieron cuenta de que lo que traían no alcanzaba ni para un whisky, y desistieron de llevar hielo de los polos para licuarlo.

Todo el fin de semana los medios dijeron que Vázquez había negociado, tras jugar un partido de bochas con el rey, la venta de varios productos, entre ellos agua.

Primera falta de rigor: no informaron quién ganó el partido.

Segunda, y bastante más grave: tampoco informaron si se trataba de agua mineral, o si los árabes mandarán barcos cisterna para cargarlos con agua de OSE, de los cursos superficiales y/o de perforaciones que se harán en el acuífero Guaraní.

Es lo que pasa por conformarse con los comunicados oficiales o con poner un grabador delante de cualquier funcionario, sin atinar a preguntar.

Que en pleno siglo XXI, que será el de las guerras por el agua según muchas opiniones, un país reseco quiera comprarle agua a uno cuyo subsuelo es muy rico, debería llamar la atención. Por lo menos a los periodistas.

Si se trata de exportar agua Salus, todo bien. Pero si el asunto es vender agua de ríos, arroyos o del subsuelo, el presidente no puede resolverlo alegremente después de un partido de bochas. No puede hacerlo por la importancia estratégica del recurso y porque, cambio climático mediante, las sequías en Uruguay son cada vez más frecuentes e intensas. Ahora mismo, la producción de leche se vino al piso por la falta de agua, el ganado de carne pierde kilos y los cultivos de verano se han hecho en seco y su rendimiento será muy bajo.

Si el asunto es mandar agua al otro lado del mundo, ¿no podemos también llevarla a los campos resecos de este bendito país?

Por favor, que algún periodista en actividad haga las preguntas necesarias para aclarar este problema.

Por la idea, de nada.

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