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14 noviembre 2005

Justo hoy se me dio por editorializar

Carta publicada en Ecos, diario El País, 09.11.05

Niños en la calle
Sofía B. Montevideo

"Me gustaría pedirle encarecidamente a la señora Arismendi que haga algo por los niños que andan solos y hambrientos, que comenzaron a verse envueltos en mantas en la Ciudad Vieja y el Centro desde hace no más de tres meses. De dónde salieron, no lo sé, pero estoy segura que algo se puede hacer por ellos, más en estos tiempos de solidaridad.
De paso, quisiera agradecerle sus esfuerzos para que el Plan de Emergencia sea un éxito y quisiera pedirle que incluya a los hurgadores para que reciban también ellos una ayuda económica que les permita encauzarse y así atender las necesidades de sus hijos y mandarlos a la escuela sin que los pequeños tengan que manejar un carro y recoger basura."

En mi caso, lo que me gustaría pedirle a la señora Sofía B. es un poco de sentido común y contacto con la realidad. Los niños que ella empezó a ver “hace no más de tres meses” están ahí desde hace años porque no es un problema de pocos meses atrás. Y si no sabe de dónde salieron, le recomiendo que se de una vuelta por los asentamientos ubicados por toda la ciudad.

Hoy leía en otro blog, un post acerca de los disturbios en Francia y me vino a la mente la carta a la que hago alusión (se ve que tengo una memoria poco selectiva). Sé que hay mucha gente como Sofía B., que vive adentro del tupper y un día, por equis razón, va al Centro o a la Ciudad Vieja y descubre que hay gente (y para peor niños) que duermen en la calle. Y salvando las obvias diferencias, esto es un poco lo que les pasó a los franceses (y ahora a los belgas, holandeses y demás), pero a otro nivel claro, porque estamos hablando del “primer mundo”. Durante años vieron como la inmigración (legal y clandestina) crecía a pasos agigantados y se hicieron los boludos porque les convenía: mano de obra barata y dispuesta a hacer los trabajos que los locales rechazaban. Trabajos por los que les pagan dos mangos y que les permite mantener algo parecido a una vida digna (tomando como medida de dignidad el comer más de una vez al día). Y así fueron instalándose en los otrora barrios obreros de París (o Amsterdam o Bruselas, ustedes elijan), conformados por enormes complejos habitacionales. Los obreros franceses huyeron despavoridos o consiguieron mejores lugares donde vivir y así de a poco, esos barrios fueron convirtiéndose en guetos de inmigrantes árabes, africanos, latinos y demás. También tuvieron hijos quienes a su vez les dieron nietos y si ya los inmigrantes de primera generación eran discriminados, imagínense su descendencia. Sumen a toda esta ecuación el hecho de que a mayor cantidad de inmigrantes, menores oportunidades de trabajo. ¿Resultado? Generaciones de personas sin verdaderas oportunidades de trabajo, educación ni atención sanitaria. Jóvenes sin educación ni empleo, que se sienten perseguidos y con razón. Entonces no es que se aburren y salen a quemar autos, es mucho más grave. Es su manera de decir “acá estamos, existimos y no pueden con nosotros” (tan así que la policía francesa no entra en esos barrios). Y esto no es nada nuevo, lógico. Hace más de 150 años, Marx y Engels crearon el concepto del “lumpen proletariado” a partir de la noción de “proletariado” que se venía mencionando desde al menos un par de siglos antes. Según Marx, ambas clases, el “proletariado” y el “lumpen proletariado”, tenían en común lo siguiente: ambas eran “libres” y ambas eran “comprables” o “corruptibles”. Sin embargo, hay una enorme diferencia entre ambas: los “lumpen proletarios” carecen de un interés de clase, no logran desarrollar una conciencia de clase; en otras palabras, no se pueden concientizar para nada en absoluto. ¿Y por qué? Porque el “proletariado” está conformado por familias en situación de extrema pobreza, que no tienen una inclusión determinada en el proceso productivo, sea porque no la han obtenido o porque en la gran mayoría de los casos, la han perdido por una situación de desempleo crónico. Su principal característica es la pérdida de la participación en organizaciones sociales y del disfrute de derechos sociales de todo tipo. Pero el “lumpen proletariado” es potencialmente peligroso porque a todo lo anterior, se suman conductas delictivas comunes y el rechazo a participar de organizaciones sociales. ¿Cómo se evita que “proletarios” pasen a ser “lúmpenes”? Cultivando intereses intelectuales, artísticos, sociales y políticos de nivel relativamente elaborado; incentivando el ascenso social por la educación y el respeto a los valores ético - sociales que forman parte de la ideología predominante en estas familias y que los libraría de caer en esa categoría. En resumen: EDUCANDO Y CREANDO INSTANCIAS SOCIALES DE INTEGRACIÓN. Porque he ahí el meollo de todo este asunto: el sentirse discriminado, no respetado, no valorado y perseguido es la patada inicial. Después, es cuestión de que unos cuantos se decidan y se les de por quemar autos y romper vidrios. La Policía de Montevideo tampoco entra en el 40 semanas. No estamos tan lejos de París.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen post. Invertiría el final: "París no está tan lejos de nosotros" o "Estados Unidos no está tan lejos de nosotros" (por el katrina: la tv y el cine muestran pobres en eeuu).
porque nosotros creemos que acá está todo en la lona y que en el primer mundo no. pero de vez en cuando saltan estas cosas.

Anónimo dijo...

Daniela escribió: "esos barrios fueron convirtiéndose en guetos de inmigrantes árabes, africanos, latinos y demás."

Burra, los franceses SON latinos.

En todo caso los inmigrantes a los que te referís serán latinoAMERICANOS, que no es lo mismo.