A raíz del post anterior se me ocurrió terminar de armar una colección de notas al respecto que se venían publicando en El Observador (la recopilación comprende únicamente los últimos 12 meses, pero para muestra sobran botones...). Como la mano venía medio densa por la cantidad de imágenes que contenía, me pareció demasiado ponerlas acá. Así que abrí una sucursal. Están invitados a la inauguración (por favor, pasen después de las 12 porque antes vamos a brindar en familia nomás)
24 diciembre 2005
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2 comentarios:
Lo curioso del tema es que para el OD no alcanza con abstenerse de un pecado (la fornicación, digamos), sino que hay que ver bien a qué rama de dicho pecado es que se abstiene. Si uno es hetero y se abstiene del fornicio, es un santo digno de ser numerario. Si uno es más bien trolo y se abstiene de lo mismo, es apenas un pobre miserable que trata de encauzar su triste y pecadora vida. O sea, para el OD un puto es siempre un puto, aunque no ejerza. En cambio, para Benedicto diezyalgo, el puto deja de ser puto a los tres años de abandonar el meneo. ¿Se puede decir que el Benny, por esto, es menos reaccionario que los hijos espirituales de Escribá? ¿O son todos lechones que han mamado de la misma teta?
Y la gran duda... ¿Qué genio vaticano de la estadística, y en base a qué comprobaciones, llegó a la conclusión inapelable de que con exactamente tres años de dejar sus esfínteres en paz, un gay pasa a ser respetable?
La cosa es más grave de lo que parece. Había una vez una periodista de “El Observador” a quien le asignaron la maravillooooosaaaaa tarea de escribir un artículo sobre los mejor y peor vestidos en la entrega del Oscar de ese año. Resultó, para mala suerte de la reportera, que la peor vestida ese año no fue otra que Gwineth Paltrow
(http://www.talksurgery.com/img/pic_gwineth_b.jpg)
quien había optado por disfrazarse de heroinómana con transparencias. El problema fue precisamente la ultima palabra de la frase anterior: transparencias. Debido a que la musculosa elegida por la actriz sugería la existencia de pezones –según el Opus Dei las mujeres no los tienen salvo cuando amamantan– la periodista vio cercenada la nota en cuestion, cuyo ranking fue objeto del rediseño de un muy fiel editor que decidió que lo mejor era que la peor vestida no fuera alguien con glandulas mamarias a la vista.
Conclusión: Para muestra, basta un pezón.
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