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12 enero 2006

Madrugadas paranoicas

El asunto de Carmona es preocupante porque pone de manifiesto una forma de actuar a la que no estamos acostumbrados en este país. Todos sabemos que hay mafiosos o mejor dicho, mafiosos alla uruguaya. Sabemos quiénes son. Con nombre y apellido. Hacemos bromas al respecto. Tenemos un ex presidente apodado El Padrino, con figlios repartidos por todo el país, principalmente en puntos fronterizos. Tenemos un contratista de fútbol que es la versión más berreta de un fiolo con peluquín. Tenemos muchos pseudo-mafiosos pero somos incapaces de reconocer que en este país efectivamente existe una mafia hecha y derecha como corresponde a un país en serio. Entonces un día de 1993 aparece muerto en el fondo de un aljibe un empresario vinculado a los free shops, sospechado de actividades ilegales y con plena capacidad de involucrar a notorios políticos uruguayos si se le daba por abrir la bocota. Y luego de las investigaciones correspondientes, procesan a dos ex-policías y un ex-militar (Carmona). Al momento de morirse, Carmona gozaba de una sólida posición económica y tenía una inmobiliaria en sociedad con su mujer. Un ex-militar. Preso desde hace 10 años. Ninguno de los tres procesados confesó jamás cuál de ellos había asesinado a Luis Ernesto González, por lo que todos ellos fueron condenados por privación de libertad y homicidio muy especialmente agravado, en calidad de coautores. En 2004, la jueza que los condenó le tipificó además a Carmona el delito de contrabando y le dio 26 años. Dosmilcuatro. Ese fue el año en que los tres procesados recibieron su condena. 10 años después de ser detenidos y encarcelados. Por eso Carmona gozaba de salidas transitorias. Porque hacía diez añitos que estaba adentro esperando a ver cuánto le daban. Así de ágil es el sistema judicial uruguayo. En una de sus salidas, el 26 de diciembre pasado, le mandaron unos cuantos disparos y uno le dio en la pierna. Zafó. No quiso decir quienes eran sus sospechosos ni que le pusieran custodia policial. Ayer, en otra de esas salidas (o quizás la misma que gozaba desde el 26 de diciembre), mientras esperaba el ascensor en el hall del edificio donde vivía, alguien le disparó en la nuca. De atrás. Nadie vio nada. Nadie sabe nada. Como corresponde a un país con una mafia en serio.

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