Está bien que las potencias se dediquen a jugar solo cinco minutos para luego toquetear la pelota lateralmente y hacer correr los minutos. Es soportable. Está bien que la cautela prime y que debido al apretado calendario los entrenadores dicten leyes de urgente consideración -como la del mínimo esfuerzo físico para obtener la victoria-. Es bancable. Está bien que el mantequimismo del jugador actual arroje un promedio de un lesionado por tranque y un desgarrado cada tres piques cortos. Es sobrellevable. Pero lo que no se puede tolerar bajo ningún concepto es el envilecimiento de la imagen del jugador, un aspecto que recrudece Mundial a Mundial, sobre todo después de que el zaguero nigeriano Taribo West se llenó la cabeza de trencitas de orugas flúo para Francia 1998. Así se ha visto al golero ecuatoriano, Cristian Mora, con la banderita de su país pintada en los pómulos. Que se los lave. También se vio al lateral angoleño, Loco, con la cabeza rapada y un cerquillo de trencitas rasta. Que se las corte. Y sin entrar en detalles sobre la blonda tintura de Lee Chun-Soo de Corea, el teñido punk del serbio Danijel Ljuboja mezcla de Sid Vicious y Monterrojo es deplorable. Que los echen.
15 junio 2006
Después hablan de los comentarios mundialistas femeninos
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2 comentarios:
nadie que escriba la palabra toquetear, salvo que esté hablando de un obispo o sacerdote, merece mi respeto
lo último que podía esperarme de un diario como El Observador era una nota propia de "Queer eyes.... Cosas vedere Sancho.
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