Pero si la información ha de tender necesariamente cada día a ser más solicitada y compleja, no me parece menos cierta la necesidad de excluirla o limitarla en algunas de las manifestaciones con que predomina en los actuales usos de la prensa. Hay, desde luego, una complacencia informativa que no dudo en calificar de perniciosa y brutal, por lo mismo que satisface bajas preferencias del gusto público. Me refiero a la “delectación morbosa” con que casi todo el periodismo de nuestro tiempo busca el detalle, la exactitud fotográfica, el pormenor realista, en la descripción de las escenas de criminalidad feroz; de los hechos donde aparece, en repugnante desnudez, la bestia humana.
Aquí la utilidad de la información prolija es nula, y en cambio, la sugestión de crueldad y de torpeza puede ser positiva en el lector vulgar, cuya propensión inculta se halaga. Hace tiempo que, aun en el terreno de la ficción literaria —donde el arte entra como elemento purificador— ha caído en descrédito aquella morbosa predilección del falso realismo por los aspectos repulsivos y odiosos de nuestra naturaleza. El crimen, el vicio, la degeneración deben interesar hasta donde pueden ser motivos de enseñanza, de ejemplo negativo: jamás como alicientes de curiosidad malsana.
José Enrique Rodó
"Cómo ha de ser un diario" (extracto)
Publicado en el diario El Telégrafo de Paysandú
24 de setiembre de 1914
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