Los increíbles disparates de Josecito Díaz

Toda esta seguidilla de apariciones en los medios y las últimas decisiones tomadas por nuestro benemérito secretario del Interior, llevan a pensar que la única causa de la resurrección de José Díaz, sea un desesperado intento por hacerle sombra a quien le viene calentando el sillón hace rato: el viceministro Juan Faroppa.

La labor de Díaz al frente del ministerio es de las más improductivas que he visto en los últimos años, incluso peor que la de Gargano. De arranque nomás, se le ocurrió la brillante Ley de Modernización y Humanización Carcelaria, provocando un ataque de paranoia generalizado en la población uruguaya. De acuerdo a la ley, los delincuentes primarios obtienen su libertad anticipada habiendo cumplido 2/3 de la pena impuesta si esta supera los 3 años o el 50% de la condena en los casos de penas menores a 3 años. El indulto no se aplica en caso de que el preso haya cometido delitos como homicidio, violación, corrupción, rapiña, copamiento, quiebra fraudulenta y soborno (resumiendo, la ley no se aplica para el 90% de los presos). Además, plantea la posibilidad de conmutar un día de pena por cada dos de trabajo o de estudio y varias opciones más que serían demasiado largas para detallar. Los liberados tienen la obligación de presentarse periódicamente ante el Patronato de Liberados y Encarcelados; la periodicidad queda a criterio exclusivo del indultado ya que la ley no especifica cada cuánto tiempo deben presentarse. El que tiene que ir preso es el que la redactó.

El 3 de junio pasado, el suplemento Qué Pasa del diario El País, publicó que en los 8 meses que lleva de promulgada, la ley liberó a 750 presos de los cuales el 11% ya reincidió y se presume que al menos otro 10% también. Además de las tareas de vigilancia, el Patronato -institución al pedo si las hay-, se encarga de tramitarles la cédula, inscribirlos en el Plan de Emergencia, si corresponde y postularlos en su bolsa de trabajo. Hasta ahora, poco y nada. Se desconoce qué tareas cumplen los nuevos veinte funcionarios en comisión que solicitó el ministerio en la ley, a fin de ampliar "la provisión de recursos humanos con destino al Patronato Nacional de Encarcelados y Liberados".

Antes de asumir su cargo, Díaz fue entrevistado por El Observador. En ese reportaje explicó que "la idea de arranque es resolver los problemas de urgencia, buscando los recursos que sean necesarios". Se refería específicamente las actuales condiciones de reclusión en cualquiera de los centros penitenciarios del país: hacinamiento, mala alimentación, falta de opciones de recreación para los reclusos, talleres de labores y aulas escolares y liceales. Bueno, yo quiero creer que aunque nunca las nombra, efectivamente se refería a esas cosas. ¿Qué hace entonces un año después de asumir? Despide al único Director Nacional de Cárceles (DNC) en serio, heredado del gobierno anterior. Las malas lenguas dicen que fueron varias las razones que tuvo Díaz para destituir a Enrique Navas, pero que el detonante fue el rechazo de Navas a la incorporación como subdirector de la DNC de Eduardo Pereira Cuadra , hombre de confianza de Díaz y al que Navas acusa de complotar en contra suyo, además de sospecharle alguna que otra corruptela. El asunto Díaz-Navas es demasiado largo para este post, por lo que pueden encontrar más información acá y acá. El hecho es que esta destitución es una perlita más de esta gestión.

Otra de las protegidas de Díaz es la jefa de Policía de Maldonado, Graciela López. En febrero de este año se supo que López, además de su salario, cobraba un ingreso adicional por concepto de "horas/ciudad". La hora ciudad se abonava los policías de Maldonado con fondos de la comuna, para que, además de las jornadas habituales de labor, realicen cuatro horas diarias extra de patrullaje. Cuando el servicio fue pagado por la Intendencia en los meses de invierno, se estableció en $50 la hora. Pero casualmente, en verano se firmó un nuevo convenio que estipuló en $65 la hora para el personal subalterno, $70 para los oficiales y $75 para los comisarios y superiores encargados de fiscalizar el servicio. También este verano, la tasa de delitos en Punta del Este aumentó en forma notable respecto a otras temporadas: se habló de un 32% en 4 meses. Cuando le preguntaron a López cuál era su opinión respecto al importante incremento, en un alarde de inteligencia suprema afirmó que se debía a que más gente realizaba las denuncias y a "un mayor descuido de las víctimas". Así que si te robaron a punta de pistola, jodéte por distraído. La frutillita del postre fueron sus declaraciones acerca del homicidio de Enrique Santa Cruz en su casa de San Rafael, ocurrido el viernes pasado. Santa Cruz se encontraba mirando televisión con su esposa cuando ingresaron dos personas a robarle. Mientras estaba sentado, el empresario hizo un movimiento para entregar su billetera y fue ejecutado con un disparo en la nuca. Al día siguiente, Graciela López habló sobre el asunto en una radio local y dijo que los delincuentes entraron mientras la mujer se encontraba sola porque su marido había salido un momento. Según su versión, Santa Cruz se había abalanzado sobre uno de los ladrones cuando entró a la casa y vio lo que estaba ocurriendo. Además, se dio el lujo de destacar que no se había tratado de un copamiento porque las víctimas no habían sido privadas de su libertad. La irrelevancia y la estupidez del comentario irritaron a la población fernandina ya que parecía que para López era más importante la tipificación del delito que las consecuencias (y causas) del mismo. El domingo a la noche, en un par de programas de televisión, la viuda de Santa Cruz rebatió la versión de Lopez, relatando los hechos tal cual ocurrieron. El martes de mañana, Graciela López se defendió argumentando que sus primeras declaraciones sobre el hecho estuvieron basadas en los elementos que le habían aportado los investigadores en las primeras horas tras el asesinato.
Todas estas acciones han sido públicamente respaldadas por Díaz, que no se cansa de elogiar la labor de López al frente de la Jefatura de Policía de Maldonado. Tanto así que hoy, en una entrevista para Radio 10 de Buenos Aires, volvió a darle su apoyo:

Es desgastante ver cómo en este país siempre que se habla de la delincuencia, se mencionan la pobreza y el desempleo como sus principales causas y jamás se inculpa al gobierno de turno, directo responsable del aumento de las mismas. Tampoco se habla jamás del magro presupuesto que se destina al rubro seguridad ciudadana. En cambio a Díaz le encanta llenarse la boca con la supuesta baja de la tasa de delitos a nivel nacional, anunciada en el mes de mayo. Por lo pronto, no es esa la sensación compartida por todos quienes habitamos este país. Pero cada uno lo ve desde la vereda que más le guste.

Si Díaz respalda a López cuando atribuye el aumento de las cifras de delitos al incremento de las denuncias realizadas, utilizando la misma estúpida lógica jerárquica se infiere que la disminución de delitos tan publicitada por el ministro, se debe pura y exclusivamente a que la mayoría de las personas no se molestan en denunciarlos, porque en definitiva la Policía no hace un carajo. Así de fácil.

En base a informaciones obtenidas en El País, El Observador, La República e Infobae.