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16 junio 2008

Los medios no están enteros

El asesinato de la niña Pamela Silva, de 11 años, ocurrido hace ya más de un mes y medio en Maldonado -y que continúa sin ser aclarado prendió la alarma: en Uruguay existen más casos de violencia doméstica y de abuso sexual contra mujeres y niños de lo que se creía. Eso pregonan buena parte de los medios de comunicación todos los días, aunque el dato en principio quizás no sea del todo correcto.

En realidad, el caso de Pamela llevó a más gente, quizás sensibilizada por la noticia, a que se animara a denunciar la violencia intramuros. Eso es lo único empíricamente contrastable hasta el momento. El resto son talenteos de tipos que, detrás de un micrófono o un teclado de computadora, pretenden ir más a fondo, donde no hay nada para hurgar.

De este caso se dijo de todo y poco se sabe. La única comprobación judicial es que el padrastro (ahora preso) abusaba de ella desde hacía varios años. El resto es una interminable letanía de especulaciones y relatos macabros que lejos de aportar algo, buscan captar un puntito más de rating o vender un par de diarios extras. Nada más.

Hemos visto, oído y leído los detalles de decenas de interrogatorios, pruebas de ADN, el relato de indignados vecinos, hipótesis que fueron desde que la niña era obligada a prostituirse, hasta que todo el barrio sabía lo que pasaba, pero callaba en aras de ganar un poco de paz (¿?).

Algunos medios de Maldonado llegaron a publicar las trascripciones de las conversaciones que la niña mantuvo con el 911 la madrugada en que fue asesinada. Un dato absolutamente residual y carente de importancia para la investigación, pero que seguro le hizo vender algún ejemplar más al periódico fernandino.

El caso de Pamela disparó la sicosis y las denuncias sobre maltrato infantil y doméstico crecieron en forma alarmante, según la prédica de algunos medios masivos, incluso más que la rapiñas. Entonces, la inseguridad ya no está en la calle, de nada sirve enrejarse, poner alarmas, cercas eléctricas y perros guardianes: el enemigo duerme con nosotros. Y algunos inescrupulosos venden la desgracia ajena como si se tratara de una comedia mexicana berreta.

Los canales de televisión ya no informan, ni buscan generar conciencia ciudadana o sensibilizar. Toman por el atajo que da menos trabajo, es más barato e impactante: montar un show. La cámara registra el testimonio dolorido de personas que buscan linchar a esos “monstruos” que hasta ayer eran buenos vecinos, todo salpicado de un morbo apabullante. Rara vez buscan el testimonio de un especialista, un perito judicial o alguien con algún ingrediente que aporte algo para prevenir estas situaciones.

Ver la pantalla en negro con grandes letras blancas (una burda copia del canal argentino Crónica TV) minutos antes de que Jorge Traverso y Blanca Rodríguez comiencen a darnos la nueva dosis de violencia doméstica diaria me impacta más que lo que pasa dentro de los hogares. Es la jibarización de la noticia.

Los portales de Internet, en una pelea por momentos tragicómica, titulan: “Último momento: el caso tal volvió a fojas cero”. No importa si hay algo realmente importante para decir, lo importante es mantener el tema, sea como sea.

En el caso de la beba de tres años, asesinada también por su padrastro en el barrio Peñarol, quedó patente esta especie de locura por registrarlo todo, con lujo de detalles, cómo si se tratara de una película pornográfica.

No bastó con volcar una catarata de pormenorizados detalles del crimen. No, eso es poco para este nuevo periodismo. Había que ir por más. Entonces llegó la reconstrucción del asesinato y una vez más aparecieron los vecinos que buscaron linchar a los bestiales responsables en el nombre de un bien superior. Y esta vez estaba la Guardia Metropolitana que dio palos a diestra y siniestra contra vecinos, curiosos y algunos periodistas que se rasgaron las vestiduras argumentando que se había atentado contra la libertad de prensa.
Ninguno de ellos dijo absolutamente nada del atentado al buen gusto perpetrado en el manoseado nombre de la libertad de expresión. Ni siquiera hicieron un mea culpa por no haber brindado información de calidad, seria y responsable, sin jugar con el morbo o el temor de la gente.

Pero no alcanzó con todo este infierno artificial que se vino sumar al de una muerte espantosa. Algún medio de comunicación brindó detalles “exclusivos” de la autopsia de la beba y algún periodista cegado por "obtener" una diminuta primicia propaló que, antes de matarla, el padrastro le había amputado un dedo. Ese dato fue tan falso que hasta el juez de la causa Rolando Vomero (hombre de perfil bajo con la prensa) tuvo que salir a gritarlo a los cuatro vientos.

Para algunos medios y periodistas de la crónica policial toda esta decadencia es fruto de los "incalificables" actos de padres, padrastros y madres que castigan a sus hijos. El canibalismo amarillista y morboso que propalan algunos medios de “información” al punto de insensibilizarnos no tienen nada que ver. Ellos sólo reflejan lo que pasa en la sociedad. Dejémonos de joder

Hace unos años, hasta los medios más reaccionarios de España pasaban, sin costo para el Estado, una excelente campaña publicitaria, a toda hora, para combatir la violencia y el abuso sexual dentro del hogar. La idea era educar, prevenir y hacer pensar. Uno de los avisos mostraba a leones lamiendo a sus cachorros, osos jugando con sus crías, perras amamantando a pequeños gatos y otras escenas por el estilo. El eslógan era simple y efectivo: “Por una vez en la vida compórtate como un animal”. No sé el resultado de esos avisos, pero sí me quedó claro que machacando hasta el cansancio con detalles de malgusto sobre estos casos no se arregla nada. Más bien todo lo contrario.

A quienes les interese, La Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual es un conglomerado de organizaciones (cerca de 20) que trabajan estos temas con seriedad y respeto desde 1992. Respeto porque, hasta ahora nadie me ha podido demostrar que a las víctimas de estos delitos en los medios se las trate como lo que son.

Perdonen la perorata, pero este tema me tiene bastante caliente. Porque creo firmemente que en un país tan chico como el nuestro existen otras formas de hacer las cosas...


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