Website Ribbon Cursos para/lelos: Los indios de antes no usaban esvástica

09 julio 2008

Los indios de antes no usaban esvástica

Prefacio: Cómo me gusta la palabra "prefacio". Bue, hoy los he convocado aquí para tratar de una buena vez un tema que nuestra sociedad ha postergado injustamente durante casi doscientos años; así que supongo que nadie se irá a ofender porque el material de apoyo tenga entre tres meses y un año de antigüedad, ¿no? O sea, en comparación...

ún para aquellos que nunca vimos uno en vivo y en directo, se hace difícil pensar en la perspectiva de un mundo en el que ya no existan los osos panda. Sin embargo, ese hipotético mundo es una posibilidad bien cierta para vuestros hijos o a más tardar los hijos de vuestros hijos; porque lo que es a mí que me revisen, yo no pienso tener descendencia. Desde que la humanidad es humanidad nos hemos dedicado concienzudamente a eliminar, una a una, a todas las especies de animales que se nos han ido cruzando por el camino. Para que aprendan. Pero que no se confunda esto con alguna especie de panfleto ambientalista, eso déjenselo a Candelaria, ahora que es amiga de los vampiros de Entre Ríos. A lo que voy yo es a que esta situación es parte de la evolución, ni más ni menos. No vale la pena dramatizarlo tanto. "C'est la vie", diría la Madre Naturaleza si hablara francés.


Teh Tour Guide Llama presenta las impactantes ruinas de una antigua civilización que no tengo la más perra idea de cuál será. Nótese gesto de orgullosa pedantería.
Y a nosotros, éstos charrúas del orto no nos dejaron ni una miserable choza.
De hecho, si lo pensamos bien, ni siquiera llamas nos dejaron.
(Click para ampliar)

Después de todo, así como las generaciones futuras no van a conocer al oso panda, las generaciones de hoy no conocen, por ejemplo, al arbóreais boleadóreais, aquél árbol que fuere vital en la supervivencia de los charrúas, los indígenas que otrora poblaran lo que hoy conocemos como República Oriental del Uruguay. Como todos recordamos, en el arbóreais boleadóreais crecían unas fantásticas boleadoras inteligentes que, una vez arrancadas, eran capaces por sí mismas no sólo de cazar ñandúses y vacas con implacable eficiencia, sino que además los cocinaban y los servían prontos para la cena.

En el año 1831 se vaciaba el último ejemplar de este noble árbol, y los charrúas sellaban de esa manera su condena. Incapaces como eran de siquiera inventarse una pulguienta mitología para explicar los fenómenos naturales, la perspectiva de tener que empezar a fabricarse sus propias herramientas para -peor aún- levantarse de sus obesos traseros y salir a correr con el fin de cazar su propia comida, les era algo inimaginable. Y así murieron los charrúas. De puro vagos que eran.

Qué clase de profunda lesión podría tener en el cerebro una persona que decidiera fundar una organización civil para reivindicar el honor de una tribu tan chota, es algo que escapa a la imaginación más fértil. Pero sea como sea, o bien eran muchísimas cosas, o bien era una cabeza muy chiquita, porque no es una sino dos las organizaciones que salieron a tomar por asalto las editoriales de todos los diarios capitalinos, a ver quién les da un poco de bola.

Y les dio bola El País ...


La tradición afirma que los charrúas dejaron de existir como colectivo el 11 de abril de 1831, a orillas del arroyo Salsipuedes, cuando comenzó el exterminio de la etnia. De todos modos, esa destrucción no impidió que la sangre indígena penetrara en capas de la población y llegara a nuestros días de forma mestiza, aún cuando, desde el punto de vista "oficial", los charrúas no existan. La emboscada de Salsipuedes se hizo desde el propio poder gobernante, lo cual disparó entonces un reclamo que se perpetuó hasta nuestros días. "Había un gobierno electo, una Constitución. Así que sería bueno que en algún momento el Estado reconociera lo que ocurrió aquel 11 de abril. Es tan importante como el reconocimiento del holocausto del pueblo judío", sintetizó a El País Enrique Auyanet, presidente de Asociación de Descendientes de la Nación Charrúa (Adench). Auyanet, quien a pesar de ser rubio y de ojos celestes no tiene ambages al defender su ascendencia indígena, exhibe un estudio de la doctora Cinthia Pagano, publicado en 2005, en el que se señala que al menos 34% de la población uruguaya tiene sangre charrúa.


Lo reconozco, fue una buena jugada esa de tirar un "ambages" por ahí, como al descuido, para distraer la atención de los lectores medio retardaditos del diario, obligándolos a salir en loca estampida a pedirle ayuda a sus diccionarios; pero algunos somos un pelín más despiertos, y por más ambages, fárragos y circunloquios que nos tiren, no vamos a dejar pasar el detalle de que el cabecilla de ADENCH es un alemancito.

Por Dios, señores, media pilantra.

Y encima compara el episodio de Salsipuedes con el holocausto judío. A mí me olfatea a que acá hay alguien que se está aprovechando de la historia uruguaya para sublimar ciertas culpas hereditarias. <¡ejem!>Nazi arrepentido<¡ejem, ajem, EJEM!>

Perdón, me vino como un carraspeo.


Julio Gutiérrez es consejero de la Embajada de Bolivia en Uruguay y descendiente de los indios aymará. Sostiene que la palabra "indígena" es despectiva citando el origen colonial del término.


Esto recién empieza y ya nos estamos yendo de madres.

Primero el alemán, y ahora éste otro: Un indio boliviano; esto es, una persona que habla una ensalada de idiomas tal que ni él mismo entiende la mitad de lo que dice, ¿y se quiere poner a debatir de semántica?

Pero está bien, porque sabés quién tiene la culpa de esto, ¿no? Nosotros tenemos la culpa. Por hacerle caso a la cola de paja de nuestra conciencia colectiva y darle la derecha desde un comienzo a todos estos revoltosos intransigentes.

A mi generación, en la escuela, le enseñaron que la palabra "indio" no se debía usar porque era el término que Colón utilizaba cuando todavía creía haber llegado a Las Indias, y por lo tanto era una falta de respeto para los habitantes originales de estas tierras. Así, con el orgullo de quien da vuelta la historia y repara una injusticia centenaria, los empezamos a llamar "indígenas", que es el término que se nos enseñó era el correcto. Y ahí tenés cómo nos responden: Quince años más tarde resulta a los señoritos tampoco les sirve "indigenas".

Cualquiera hubiese pensado que los gringos nos habrían enseñado algo cuando vivieron este mismo problema con los negros morenos gente de color afo-americanos; pero no, no aprendemos más.

Señores, a ver si nos podemos poner de acuerdo. Hay dos características básicas que definen al hombre en tanto que especie, sin importar etnia, género o época; a saber:


Si al hombre le das la mano, se te agarra hasta el codo. Y si lo dejás, cuando te quieras acordar lo tenés prendido al hombro.



El papel que mejor le ha calzado al hombre desde el principio de los tiempos, y el que más disfruta hacer, es el de víctima.


Sumando estas dos características, queda claro: Entrar en este juego implica hundirse en una espiral filológica descendente sin final. Jamás vas a lograr complacer a un ser humano haciendo caso de sus reclamos, porque el tipo siempre va a aprovechar que le das bola para quejarse de algo más. Es la protesta en sí misma lo que realmente motiva al hombre. El hombre disfruta el sentimiento de que se ha cometido una injusticia con él, y que por ello merece ser compensado. Responder a su reclamo es ni más ni menos que privarlo de ese placer.

Ya lo decía el General Custer: Cuando el indio se te pone retobado como una colegiala, hay sólo una forma de tratarlo.
(Advertencia: La imagen es potencialmente "Maximum Risky", dependiendo del grado de mariconeidad del espectador. Manéjese con su mejor criterio antes de hacer click para ampliar. Cualquier cosa, este cronista no se hace responsable. No quiero meter líos, pero si alguien quiere reclamar algo le recuerdo que el blog es de Daniela. Es un comentario, nomás.)

En síntesis, no hay que darles pelota; porque hasta un mal se les hace.

"Indios" los llamó el tano afeminado que los descubrió, e "indios" van a ser hasta el fin de los tiempos. Y se finí, como dice la Madre Naturaleza.

Y antes de que alguno de los intelectuales que han compartido conmigo este espacio de Columnistas Invitados en Cursos para/lelos o alguno de los otros comentadores habituales del blog que son tan poca cosa que no se ganaron el derecho a acompañarnos en esta destacada plantilla salten a alinearse con el señor o doctor o médico brujo o gran jefe o lo que quiera llevar de título Julio Gutiérrez, y a poncharme con el dedo acusador que quién me creo que soy para tomar una decisión como ésta en nombre de toda la humanidad toda, que yo soy un pardito semiletrado que ni siquiera terminó la secundaria y todas esas cosas tan feas que me dicen siempre, les aclaro que yo no inventé nada, mis palabras están respaldadas nada menos que por Caterina Notargiovanni, notable notera de El País.



Orgullosos del indio que llevan dentro, organizaciones de descendientes celebraron ayer en distintos actos el Día del Indio. Según estudios académicos, un tercio de la población uruguaya (1.100.000 personas) tiene un ancestro materno indígena.


No sé, gente. Si la señora Caterina dice "indios", no voy a ser yo el que se lo discuta. Es colega de ustedes, no mía. Arréglense con ella.

En cualquier caso, si a todos los revoltosos anteriormente mencionados les molesta que gente como yo o mi amiga Caterina ya no hablemos de "indígenas", sino que de hecho nunca los hayamos dejado de llamar "indios", no quiero saber cómo les caerá enterarse de que esta pobre gente tiene al enemigo metido en sus propias filas ...


Otro grupo, la Asociación de Descendientes de la Nación Charrúa (Adench) también recordó ayer, como hace desde 1989, la matanza de Salsipuedes. Se reunieron en frente al monumento a los charrúas en el Prado. "No fuimos a llorar. Nuestra apuesta es transmitir la memoria y a nuestros hijos lo sucedido. También por la cosmovisión indígena, por un mundo mejor y más igualitario", dijo a El País el presidente de Adench, Enrique Auyanet. [...] Consultado sobre por qué conmemoran el Día del Indio en forma separada del grupo I.N.D.I.A. [Integrador Nacional de los Descendientes de Indígenas Americanos] dijo que responde a que ambas organizaciones tienen "filosofías diferentes" y que ellos apuestan al "respeto por la dignidad".


Sí señores, positones: Una de las dos organizaciones que reivindican el derecho que todo alemán tiene a autoproclamarse descendiente directo de los charrúas lleva por nombre la palabra "INDIA". Se pasan, estos chiquilines.

Nótese, además, que entre ADENCH e INDIA existe algún tipo de rencilla no resuelta. A ver, Gutiérrez, vení a poner orden acá que se te arremolinan lo' negro, se te arremolinan.

Y ya que estás, ponéle una tranca a la portera, porque se están empezando a meter los vivitos de siempre ...


Cyro Rodríguez, integrante del grupo de descendiente Choñik, comenzó diciendo: "El Estado no toma en cuenta las raíces, aunque mantiene las costumbres indígenas".


Naaaa, na, na, na, naaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa... Nah.

Pará un cachito.

Acá tenés otro bicho que también se extinguió: El jackalope. ¿Cómo es que estamos hace media hora hablando de estos indios de mierda y nadie se organiza para reivindicar al jackalope? ¡Era un conejo con alas y cuernos! ¿A nadie le importa? ¿Qué pasa con las prioridades de la gente?
(Click para ampliar)

Yo soy el primero en reconocer que no sé un sorete de culturas indígenas. Nunca entendí cuáles son los Guaraníes, siempre me confundo a los Incas con los Mayas, y sólo me acuerdo de que los Aztecas son mexicanos por un video que tengo que se llama "colegialas aztecas" en el que una le dice a la otra: "Aaaandaleeee, no seas matadiiitaaaaa" porque la otra se quiere ir a clase y no le quiere hacer caso a la pobre que está re cachonda porque había estado mirando unas películas porno mientras la amiga se bañaba y...

...

Y ya me perdí.

¿En qué estaba?

Ah, que hasta yo sé, embarrado hasta las bolas en las miasmas de una ignorancia galopante respecto a las culturas indígenas, que eso de "Choñik" es un invento, vamos. No existe ninguna tribu llamada "Choñik". Eso ni siquiera es una palabra, en ningún idioma.

Estamos tratando de debatir un tema serio, señores, por favor.

De cualquier manera, lo importante acá es que acabamos de descubrir que en la carrera de la reinvindicación del charrúa existen dos bandos enemigos, ADENCH e INDIA, y por lo tanto corresponde elegir con cuál de los dos se va a alinear cada uno.

Ya escuchamos al vocero de ADENCH, así que vamos a ver qué tiene que decir por su parte la gente de INDIA ...


Ramona Nolberquis tiene 90 años muy bien llevados. Ella cree que su sangre charrúa tiene que ver con eso. Su abuela (Anisteta Acuña) y su madre (Nicómedes Acuña) eran descendientes de charrúas. "En casa no se hablaba de eso. Mis hermanos (11 en total) creían que decir que éramos charrúas era un deshonor", explica. Pero a ella "siempre" la "llamó la sangre" y por eso es integrante del grupo I.N.D.I.A. (Integrador Nacional de los Descendientes Indígenas Americanos). De su abuela recuerda la fortaleza y algunos hábitos alimenticios poco extendidos hoy en día: "ella desayunaba un churrasquito con un vaso de vino o caña. Además fumaba en chala... así vivió 106 años", dice orgullosa.


No sé a vos, pero a mí ya me empezó a convencer el aparato de marketing de doña Anisteta. Te das cuenta que mientras ADENCH se dedica a darle asilo a criminales de guerra nazis, la gente de INDIA se la pasa fumando, chupando, se parten la jeta comiendo carne, y viven arriba de 100 años.

Aparte, tómese nota del nombre "Anisteta", recuérdese que los indios siempre ponían nombres relacionados con cosas de la vida real, y sáquese sus propias conclusiones. Qué se yo, a mí el anís me encanta.

Pero me voy por las ramas. Volvamos al tema, justo a tiempo para darnos de nariz con la doctora Mónica Sans, que asoma el cogote entre sus tubos de ensayo e instrumentos para torturar roedores y nos cuenta que ...


Mónica Sans, doctora en Ciencias Antropológicas y directora del departamento de Antropología Biológica de Facultad de Humanidades, investiga hace 20 años las raíces genéticas de la población uruguaya. Primero comenzó estudiando los rasgos morfológicos, luego los sanguíneos y finalmente los moleculares. Según la experta, el aporte indígena al ADN uruguayo es del 10% y sube al 20% en el departamento de Tacuarembó, donde se estima que vivieron los grupos más numerosos. En Montevideo la proporción desciende al 2%. Sin embargo, cuando se realizan exámenes de ADN mitocondrial (características que se trasmiten sólo por línea materna) el aporte indígena sube, llegando al 62% en Tacuarembó. Sans tiene una hipótesis que podría explicar esta distribución: "lo que posiblemente sucedió es que los hombres que se radicaban en campaña tenían hijos con mujeres indígenas. Y a su vez sus hijos se fueron quedando, formando la base de la composición de todo el Uruguay", explicó.


Qué manera de robar la plata, Dios mío.

¿Te das cuenta de lo que está haciendo esta mina?

Está bien, yo no termino de entender si quiso decir que Tacuarembó era como el gran lupanar al que iban todos los peregrinos que atravesaban la Banda Oriental, o que era una especie de ghetto donde se tiraba a los hijos mestizos de las madres solteras; pero hay una cosa que está clara: La mina encajó "Tacuarembó" porque, seguro, habrá pensado que allá, en el medio del campo, ni internet deben tener, ¿no? Y entonces quién iba a venir a llevarle la contra, ¿no? Bueno, IN YOUR FACE, BITCH!!!, porque resulta que entre los amigos de esta casa está el honorable Eufrasio Abaracón, editor en jefe y webmaster de Tacuarembosta Revista Digital, una publicación reconocida en el ambiente por haber destapado chanchullos como el complot para hacernos creer que Gardel era uruguayo, o sea que es una persona con experiencia y conocimiento de causa en estos temas y, consultado sobre este particular, nos dice ...

El Coronel Bernabé dándole la bienvenida a los turistas.
Por esto debe ser que los tacuaremboenses no son muy conocidos por su hospitalidad precisamente.
Nótese espada partida, igualito que la de Aragorn, lo cual pone de manifiesto el indisputable carácter heroico del Coronel.
(Click para ampliar)


Lo único que heredamos de los charrúas son pruebas y testimonios de su existencia y de su exterminio, nada más; o al menos nada que valga la pena. Y estas pruebas sirven para darles a las maestras algo que enseñarles a sus alumnos en las escuelas, y para darle trabajo a gente como Mónica Sans.

Si somos descendientes de indígenas, ¿qué pasa? ¿Se supone que tengo que alegrarme, enojarme o algo? ¿Tendré que salir a cazar mi alimento, entonces? [No porque el arbóreais boleadóreais se extinguió hace 200 años. -N. del E.] No sé, no sé que pretende lograr la señora esta. Y creo que hablo en nombre de todos los tacuaremboenses cuando digo que nos importa un pepino la herencia indígena. Quizás no hablo en nombre de todos, pero aquellos que no estén de acuerdo conmigo no cuentan porque son unos insensatos.

Cuando llegás a Tacuarembó y te bajás en la terminal de ómnibus ¿que es lo primero que vez a pocos metros de allí? Un monumento al Coronel Bernabé Rivera, fundador de la ciudad y caído en batalla en la lucha contra los indígenas. No hay monumentos a los Charrúas, sólo al Coronel. Eso dice mucho sobre nosotros.


Creo que, después de esto, poco queda por decir; y con lo larga que me quedó la columna a esta altura ya no debe haber nadie leyendo, así que para qué decirlo.



A propósito, para los que se quedaron preocupados por la colegiala cachonda: Al final la amiga le da bola y no va nada a clase, y terminan las dos revolcándose que da gusto.

Mirá, debe ser la primera vez en mi vida que escribo una nota con un final feliz.

Qué lindo que queda


Ver comentarios anteriores

0 comentarios: