No me gusta

No me gusta cómo escribe Pedro Bordaberry. Así nomás. Empecé a leerlo junto con el resto de los columnistas de “Esta boca es mía” en Montevideo Comm y he llegado a la conclusión de que no me gusta. Salvo excepciones, su estilo es absolutamente trillado y vacío. Es fácilmente imitable a la perfección y estoy seguro de que incluso yo podría hacerlo sobre cualquier tema que se me planteara.

Para explicarlo de forma sencilla, un artículo normal de Bordaberry tiene la siguiente estructura: un párrafo inicial -que suele ser largo- donde hace una referencia literaria que aparentemente no tiene conexión con nada. Luego escribe una sucesión de párrafos cortos de dos o tres renglones como máximo donde en uno plantea un problema y en el resto dice variantes de “qué horrible que está la cosa” o “no sé dónde vamos a ir a parar”, cual octogenario redactor de correo de los lectores de cualquier publicación. En alguno de esos párrafos incluso puede insinuar tener una solución o que el gobierno es incompetente en solucionarlo. Y sobre el final del texto, cierra enganchando el problema planteado con la referencia literaria que planteó en el primero. Todo esto con un estilo de predicador sermoneador que no lo ayuda para nada. No puedo asegurar que siempre sea así, pero sí lo es la mayoría de las veces. Analícenlo.

Normalmente, uno se calienta o ríe en forma privada de ese estilo tan predecible y de los firuletes que hace para enganchar la referencia literaria con el tema. Pero cuando veo malinterpretaciones de textos o noto que el tipo no tiene idea de lo que está diciendo, me enojo.

Sobre finales de enero, Bordaberry tuvo un cruce de declaraciones con Mujica. Según Montevideo Comm, el candidato colorado inició la polémica a través de su perfil en Facebook, donde “ironizó sobre el 'descubrimiento' del hotel Conrad por parte de Mujica, agregando que el ex guerrillero se trasladó a Punta del Este, 'aprovechando la seca y que las cámaras de televisión están allá'. Asimismo, consideró que Mujica 'dio una clase de liberalismo económico'."

Por su parte, Mujica respondió a través de La República: "En lugar de rebuznar, sería bueno que trabajara por levantar su Partido Colorado, que buena falta le hace"

Lógicamente, esto motivó una contestación de Bordaberry en un artículo en el sitio de su movimiento, Vamos Uruguay. Esta vez, la referencia literaria fue “Rebelión en la Granja” (Animal Farm) de George Orwell, una fábula en la que un grupo de animales le quita el control de una granja a los humanos. Bordaberry hace referencias literarias a esta obra con frecuencia por una razón bastante clara: Orwell era socialista y este libro es una crítica al stalinismo. Ponerse en la misma posición de Orwell tiene dos ventajas para Bordaberry al criticar al gobierno del Frente Amplio. La primera es que puede identificar al gobierno con lo peor del régimen ruso y la segunda es que -en la superficie- queda como un tipo re-progre, ya que no se puede decir que las críticas de Orwell sean precisamente proclamadas desde la derecha.

En su nota “Rebuznando en la chacra”, Bordaberry se extiende bastante sobre la referencia literaria, haciendo prácticamente un resumen entero del libro. Pero el punto que pretende establecer se encuentra en los siguientes párrafos:

El final es excepcional.

Benjamín el burro se asoma por la ventana de la casa principal y ve a los chanchos cenando y tomando alcohol con sus enemigos, los granjeros vecinos. ¡En lugar de andar en cuatro patas están parados, en dos!

Benjamín no se aguanta, se pone a rebuznar, y se rebela.

En el libro, los chanchos representan la clase dominante, que prometía una revolución pero terminó usando el poder en beneficio propio, que ahora -de acuerdo al ex ministro- estaría representada por el actual gobierno. Termina recordando la declaración de Mujica y remata con los siguientes párrafos.

Ahí me di cuenta que me había asociado con Benjamín, el de Rebelión en la Granja.

El burro Benjamín se asomó por la ventana y vio a los que detentaban el poder, en dos patas, renunciando a todos sus principios e ideas.

Yo lo vi a Mujica por esa ventana que es la televisión en el Conrad, José Ignacio y Punta del Este, hablando de lo bueno que era lo que criticó toda la vida.

Tiene razón: como Benjamín no me aguanté y me puse a rebuznar.

En la superficie, más allá del estilo berreta de expresión, esto es un golpe magistral. El tipo da vuelta un insulto para identificarse con un personaje que se rebela frente a un gobierno corrupto en un libro re-progre. Incluso esto motivó que alguno de sus seguidores hiciera un precioso dibujo alusivo al tema.

Lo mejor de todo esto es que ese no es el final. Pueden leer el libro y sacarse las ganas de comprobarlo por ustedes mismos. Cerca del desenlace, la última mención a Benjamín es cuando lee uno de los mandamientos de la revolución escrito en un muro. Luego viene la parte de los chanchos tomando alcohol con los vecinos. Ningún animal hace nada, nadie se rebela, salvo que la versión que haya leído Pedro provenga de una dimensión paralela.

Además, la interpretación que hace del personaje de Benjamín va a contramano de lo que se plantea en el libro. Benjamín no es un inconformista rebelde frente a las estructuras corruptas del poder. Benjamín es un cínico que, frente a todo lo que sucede, su única respuesta es “los burros viven mucho tiempo”, dando a entender que a pesar de haber visto varios intentos de cambio, la situación de los animales sigue igual de mal. Por lo tanto, más que a un idealista luchador por el bien de la sociedad, Benjamín se parece más a una persona que vota anulado porque no cree en el sistema y tampoco hace nada para cambiarlo. En el único momento en el cual Benjamín hace algo remotamente parecido a lo que menciona Bordaberry es cuando se llevan a su amigo al matadero. Y tras eso, continúa con la misma actitud de siempre.

Entonces, uno se empieza a preguntar si Bordaberry hizo los deberes o no o si además de escribir mal, siquiera leyó uno de esos libros que cita con tanta frecuencia o si torció la interpretación a propósito para que le cerrara el artículo. O también, si alguien le hizo el cuento de que terminaba así y él se lo creyó.

Hay más personajes en el libro. Representando a la masa no pensante que simplemente se deja conducir por sus líderes, están las ovejas. Estas repiten todo el tiempo, sin pensar en ella, la frase núcleo de la doctrina de la revolución, “cuatro patas si, dos pies no”. Espero, especialmente, que la imprecisión no tenga nada que ver con esto.