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13 agosto 2006

Excusas

Este domingo, Página/12 publicó una entrevista a la madre y a la hermana de la joven discapacitada violada a la que se le prohibió practicarse un aborto. Más allá del terrible moco de tapa, refiriéndose a las entrevistadas como "la madre y la hija de la joven...", el reportaje revela algunos terribles puntos de toda esta historia que en ese momento no se hicieron públicos. Capaz es irse demasiado al carajo pero quizá el periodismo tuvo algo que ver en las consecuencias finales del asunto. En todo el proceso de esa noticia, jamás apareció una nota que hablara de otra cosa que no fuera el curso legal de la solicitud. Podría argumentarse en ese momento los familiares preferían no hablar, pero al leer la entrevista cualquiera se da cuenta de que no hubiera sido demasiado difícil convencerlos. En momentos como estos se extraña a Mauro Viale y Chiche Gelblung, quienes por un par de puntos más de rating igual achuraban a su vieja en vivo pero eran la vía más rápida para concentrar la atención pública sobre el tema que se les cantara la gana. Miseria, abuso sexual de discapacitados, analfabetismo, presuntas falsas ecografías y amenazas a la madre son algunos de los entretelones de esta historia, que les hubiera dado material para rato a esos dos.

A Vicenta y Verónica (madre y hermana de L.) nadie les aclaró que si el embarazo avanzaba hasta cierto punto, no se le iba a poder hacer un aborto. Ningún médico, abogado, enfermera o el vecino de al lado. Verónica cuenta que los médicos del Hospital San Martín, que atendían a su hermana desde un mes antes de que la noticia llegara a los medios, "supuestamente" esperaban el fallo de la Corte para practicárselo. Y larga la primera patada: dice que el 4 de julio iban 14, 4 semanas de embarazo y que 4 semanas después el Comité de Ética que prohibió la intervención, dictaminó que tenía 20 semanas. Peor todavía cuando se enteran de los resultados de la última ecografía, realizada el jueves pasado, 8 días después de la prohibición: recién ahora está comenzado a cursar la 20ª semana. Vicenta es pobre y analfabeta, razones que provocaron que médicos e integrantes del Comité de Ética se cagaran en sus derechos como madre. Basta enterarse que no le permitieron presenciar la ecografía que se le realizó a su hija el 2 de agosto y que, según el Comité, resultó determinante para la prohibición del aborto (si, esa en la que el payaso que salió por Crónica contó que daba "vueltas carnero"). El argumento utilizado por la doctora fue que había otra paciente en el mismo consultorio pero Vicenta recuerda que en la ecografía del 4 de julio la dejaron pasar aunque habían otras 3 pacientes adentro. Verónica relata que vio a esa otra paciente caminando por los pasillos del hospital y que tenía más panza que su hermana, por lo que llega a sospechar que la ecografía argumentada podría pertenecer a esta otra embarazada. Ni a ella o a su madre les mostraron el estudio. Ese día también quisieron impedirle el ingreso al hospital a Laura Ozafrain, una asesora de Incapaces que representó a la joven violada en todo el proceso judicial. La doctora Liliana Soria, integrante del equipo médico del Servicio de Ginecología del Hospital San Martín, le comunicó a Vicenta la decisión del Comité a las 2 de la tarde, seis horas después de realizada la ecografía. Le dijo que "el bebé" estaba "muy grande" y que los médicos no se animaban a hacerlo porque corría riesgo la vida de L. Ante ese planteo manipulador, Vicenta respondió que entonces no se lo hicieran, "porque la vida de ella no se puede perder". Y para darle el toque de gracia, la doctora Soria le preguntó si ella podía hacerse cargo del bebé. Vicenta dijo que sí, ¿qué otra quedaba?. Unos días antes, la doctora Blanca Campostrini, jefa de Soria, aseguró a algunos medios que ella estaba dispuesta a practicar ese aborto y explicó que no debía pedirse autorización al juez ya que estaban dados todos los justificativos para su práctica legal. Según Campostrini, antes de que la noticia llegara a los medios, ya estaba todo arreglado para hacer el aborto pero la fiscal de la causa por la violación se enteró y quiso impedirlo. Así se armó una carrera de postas judicial que terminó con la Suprema Corte bonaerense fallando a favor del aborto por 2/3 de sus integrantes, sentencia que el Comité de Ética del hospital se pasó lisa y llanamente por las pelotas. En el medio, el rector de la Universidad Católica Argentina (UCA) de La Plata, Ricardo de la Torre, presentó un escrito en la dirección del hospital –acompañado por una escribana– en el que advertía a los médicos que si hacían el aborto sin el consentimiento del padre de la joven estarían cometiendo un delito por violar la patria potestad, argumento también esgrimido por uno de los jueces de la Suprema Corte que votó en contra. Si alguien conoce al rector de la UCA de La Plata, por favor dígale que puede irse bien a la reputisíma madre que lo parió. El padre de la menor abandonó a Vicenta y sus dos hijas hace 12 años y jamás se hizo cargo de nada. La historia tiene más ingredientes así que mejor leer la nota original, ya que esto se está haciendo demasiado largo y aburrido.

Esta historia y la de Rosita tienen demasiadas cosas en común, empezando por el tema de cómo la pobreza y el analbafetismo sirven principalmente a los intereses de aquellos que dicen querer erradicarlos. A diferencia de L., a Rosita sí pudo practicársele un aborto. El caso acaparó tanto la atención de los medios que se generó un debate que duró por meses, tanto en Nicaragua como en Costa Rica. La decisión también estuvo en manos de un Comité de Ética, que sabiamente puso la decisión final en manos de sus padres, al determinar que en caso de aborto, corrían igual riesgo la vida de la madre como la del bebé. Más de la historia de Rosita.

1 comentarios:

herfedo dijo...

La doctora Liliana Soria que estuvo en este caso esta involucrada en otro caso de mala praxis, donde es responsable de la muerte de un bebe y su madre por negligencia.